Quería desprecintar este íntimo blog rasgando un pedacito de mí…
Soy una persona algo perdida en este mundo, pero mientras me pierdo me gusta pasear por la playa, pensar, reflexionar… Siempre me ha resultado una fuente de inspiración. También, puedo caminar por la montaña, observar los tranquilos y cándidos paisajes, transformarme con la luna y despedirla con un amanecer.
Siempre he pensado que soy miedoso, porque muchas cosas me dan miedo. A la vez, creo que soy valiente porque nunca he dejado de hacer algo, por miedo. Por eso me flipa hacer cosas atrevidas, saliendo de mi zona de confort, si son improvisadas mejor y disfrutar de la subida de adrenalina. Siempre hay que ponerle picante a la vida, aunque con dos dedos de frente. Como dice el Eterno Viajero ¡que loco más sensato!
Me encanta ver una película ya sea desde la butaca de un cine o desde el sillón de mi casa, pero como cada vez me molestan más las «tertulias» de las salas de cine, comienzo a disfrutar más de mi salón. Puedo sumergirme en un libro de esos que hacen que los trayectos en transporte público solo sean un conjunto de páginas, un trozo más de la historia de un personaje y consiga evadirme de la desalmada realidad que me rodea y que no puedo cambiar. O simplemente dejarme llevar por la melodía de una buena canción rockera y quebrarme la voz con sus letras, evadirme, saltar, gritar, GRITAR.
Siempre me pierdo con el humor y es que busco cualquier escusa para reírme. Me gusta mucho charlar con un amigo o con alguien no tan conocido que me engancha con una historia realmente interesante, o que en ese momento me lo parece, apoyado siempre de una cerveza bien fría y como escenario cualquier antro, para enriquecer, como dice Fito Cabrales, mi “Cultura de bar”.
Pero lo que mas me atrae es viajar. Si de mí dependiera me recorrería todo el mundo, todos sus senderos, conocería todas sus culturas y aprendería de ello. Esa andadura la comencé hace algún tiempo, aunque por circunstancias cada vez lo hago menos… Triste. Y no me importa que sea con todos mis colegas, con uno de mis mejores amigos o solo, porque la idea es convertir esas experiencias vividas, esos viajes hechos y por hacer, en momentos.
Odio, sin embargo, la falsedad de unas palabras que solo se dicen para quedar bien, para complacer, pero que a la hora de la verdad son pura ponzoña. Detesto las miradas vacías, las máscaras, los filtros y los maniquís que me rodean. Aborrezco la perfección que quiere alcanzar una sociedad repleta de silicona, pero huera de ideas propias y principios.
Me quedo con las palabras cortas, las miradas intensas, los abrazos interminables, las caricias infinitas y el roce de unos preciosos labios.