Me propuse publicar cada 10 días en esta Luna Rabiosa… Y ya lo he incumplido. En mi descargo solo puedo decir que he tenido un inicio de año la mar de tumultuoso. Por un lado, desde el día uno cumplí uno de mis sueños (otro), y me tomé muy en serio mi propósito de año nuevo: Por fin he conseguido vivir en Valencia, la capital del Turia. Es algo que siempre me había hecho ilusión, y ahora que todavía me siento joven creo que era el momento perfecto. No sé si mi paso por la ciudad será extenso o fugaz, pero me emocionó mucho conseguirlo. Esta ha sido mi primera despedida del año, pero no la única. He tenido que despedirme de mi hogar durante los últimos 5 años.
Ya estarás pensando: «Ah bueno, que no ha publicado por la mudanza o porque el cambio le ha quitado mucho tiempo». Pues no solo por eso. Resulta que en los pocos días que llevamos de año, he sufrido una pérdida. Mi abuelo ha fallecido, y, supongo que como cualquiera, no llevo nada bien esto de la muerte y más cuando es de improviso, cuando unos días antes estábamos brindando con su clásica mistela en Navidades, tan alegremente.
Alguien me dijo durante el funeral: «Escribe sobre lo que sientes, quizás sale algo interesante». Le di un NO rotundo, argumentando que acabaríamos llorando todos, cuando el verdadero motivo es que no me gusta escribir desde el dolor, porque me duele. Como siempre digo yo no sé escribir, solo se volcar mis entrañas sobre el papel (o el teclado en estos tiempos modernos). Aunque no dudo que cuando mis emociones se calmen terminaré escribiendo sobre ello, que se lo muestre a alguien es otro asunto.
Siempre he pensado que la muerte no es el final, no es una despedida, ya que las personas que queremos no se van del todo mientras las recordemos, mientras las tengamos presentes. Esto no ayuda a que duela menos, pero creo que es una forma de verlo bonita.
Durante estos días, me he acordado mucho de mi padre, de mi abuela y de mi bisabuela. Y la tristeza se apoderó de mí completamente. No os voy a enseñar las pocas cosas que he escrito en las últimas semanas (porque no quiero que terminemos llorando todos), pero si que os voy a dejar unas frases que escribí hace unos 15 años, en plena adolescencia, cuando murió mi bisabuela. Siempre he pensando que murió de pena, no soportó que su hija (mi abuela) muriera unos meses antes. A estas pocas frases las llamé: Despedida.
Vuelven las noches sin luna,
me siento en mi baldosa,
respiro, siento y miro;
miro a mi alrededor.
Todo son lágrimas y sollozos,
sigo respirando y sintiendo,
la pena se apodera de mí;
ni una lagrima por mi mejilla.
Aparecen los egoísmos familiares,
tan frecuentes y típicos a mi alrededor,
que siguen dejándome perplejo como siempre;
¿gente sin escrúpulos o simples avariciosos?
Aunque mil y una historias se van contigo,
en mi mente siempre permanecerán,
alegre, trabajadora, comprometida…
sólo cosas buenas nos recordarán a ti.
Dale a la abuela un beso de nuestra parte Hasta siempre…
…y te sigo añorando… y os sigo añorando.