Seré breve, quiero desearos Felices fiestas 2023. Podría (y debería) parar ahí, pero ya sabéis, me gusta poner la puntillita a todo. Podría tirarme hacia la parte del consumismo salvaje de estas fechas, pero que cada uno se gaste el dinero en lo que le salga de sus santísimos genitales.
Cuando era pequeño y la magia de la Navidad lo impregnaba todo, me parecía algo muy entrañable, aunque lo de que hubiera tanta gente a mi alrededor siempre me agobió. A poco que fui cogiendo consciencia… Comencé a notar esa insoportable hipocresía que se rezuma durante estos días. Que las personas sean buenas durante una semana y el resto del año sean detestables, no lo compro. Si el postureo es soporífero de normal, durante las Navidades es insoportable. Y cada año los mismos clichés y la misma falsa felicidad. Olvidarse por una semana de los problemas, no sé si ayuda mucho, los problemas siguen estando ahí después de las uvas.
Y ahora que saco el tema, siempre me ha gustado pensar, seguramente debido a mi extensa vida académica, que el año empieza en septiembre (y termina en julio, agosto es suro). Uff, estoy saltando de un tema a otro sin profundizar en nada, sin cerrar nada y sin argumentar nada… Lo que mejor se me da, sin duda. En conclusión, no me gustan estas fiestas.
En fin, me voy a dejar llevar y haré balance. Este año pasará a mi historia personal, como el año donde publiqué mi primer libro Tarros de miel, sin duda, un sueño cumplido. Y sin más, os deseo que tengáis una Feliz Navidad y un Año 2024 cargado de deseos cumplidos.